Os dejo este fántastico escrito. Su autora es Carolina Checa Dumont, no puedo decir de ella más que palabras bonitas...así qué...Caro, muchas gracias por realizar esta tesis (este artículo sale de una amplia investigación) tan revolucionaria, tan necesaria y dónde muchas mujeres nos vemos reflejadas y apoyadas. Gracias por hablar desde el Placer y para el Placer de nosotras, las Mujeres. Algo que siempre ha sido tan callado, tan silenciado, infravalorado y tan ocultado...
No sabes lo afortunada que me siento de tenerte cerquita...
CUERPOS PLACENTEROS. EL EMPODERAMIENTO DE LAS MUJERES A TRAVÉS DEL PLACER SEXUAL.
Cuántos mandatos nos han pasado por el cuerpo, miradas controladoras nos han interpelado de los pies a la cabeza, cuántas palabras se han enquistado por todos los poros de nuestra piel, cuántas críticas y descalificaciones hemos podido sufrir en nuestras carnes, mensajes de peligro que se nos han filtrado hasta los huesos, frases de desprecio y asco hacia nuestros fluidos corporales, cuánto rechazo cuando nuestro cuerpo ocupa lugares los cuales “se supone” no debería ocupar, cuánta crítica hacia nuestros momentos cíclicos, cuánta “mano dura” hacia los momentos que se ha dejado entrever nuestro deseo, inseguridades y miedos a tocar nuestro propio cuerpo porque se supone que “es pecado”, cuántas falacias y mentiras hacia nuestros cuerpos embarazados, cuánta mirada inquisitiva cuando deseamos y queremos a otro cuerpo de mujer, desprecio hacia nuestros cuerpos diversos, cuerpos amoratados y lesionados por querer desear y sentir, cuántas imposiciones para silenciar nuestros cuerpos, cuántos castigos por explorar y buscar nuevas sensaciones.
Momentos reales, salidos de las propias experiencias de muchas mujeres, llevan a nuestros cuerpos a ese “devenir heteronormativo” que la sociedad patriarcal espera de nosotras: crear cuerpos disciplinados, cuerpos para los otros, rígidos, insensibles, estancados, peligrosos, obedientes, malolientes, espásticos que no se salgan de la norma, tan terriblemente opresora que nos lleva a la supresión de toda evidencia de deseo sexual o erótico. Es decir, una constante supresión del placer, dando como resultado un lugar oscuro donde la sexualidad se asocia a la represión, al peligro, y las mujeres somos silenciadas y relegadas a un lugar donde nuestras ideas y sentimientos están encarcelados sin salida “aparente”. Pero esas salidas existen realmente, y apuntan a la consideración de imaginarse a una misma de manera diferente, de poder desprenderse esos miedos, de romper el silencio y reclamar nuestra agencia y comenzar a movernos en otros lugares donde las palabras “cuerpo, sexualidad y poder” adquieren un sentido conjunto, donde podemos utilizar nuestro placer como una herramienta política y de resistencia.
En esas poderosas salidas las mujeres nos encontramos con un “cuerpo espectante”, un cuerpo lleno de recovecos placenteros, un cuerpo que vibra desde su interior. Un cuerpo que fluye desde lo sexual y lo erótico. Estas experiencias están ligadas a una sensibilidad extendida por toda la piel, un deseo sin miedo, con capacidad de elegir y de hacer y que nos llevan a experiencias vitales llenas de plenitud y placer.
“Que sexo es también oler, acariciar, mirar, saborear…que viene conmigo en el lote de nacimiento y estará hasta que me vaya, que todo lo que creía pecado no es más que una manipulación muy sutil para controlarme. Si tengo miedo, dejaré de pensar y de sentir por mí misma. Y me doy cuenta de que he sido una mujer maltratada psicológicamente (…), que estoy viva y que eso no es ningún pecado.
Pensar por mí misma, y decidir lo que quiero y como lo quiero, encontrar las razones que hay para creer en lo que veo, lo que siento, lo que escucho, lo que toco. Aceptarme tal y como soy, con mis virtudes, mis defectos, mis canas, mis arrugas y mis redondeces, pero también con mi alegría, con mis ganas de jugar, de aprender. Hoy soy capaz de mirarme en el espejo, decirme guapa, y sonreírme sin sentir vergüenza, pero todo eso es Hoy (…). Un día me juré que a los cincuenta volvería a nacer, y… aquí estoy. Tere 55 años
“Ya pasé por cuerpo mula cargador de agua, cuerpo productivo en el campo desde los doce años, cuerpo culpabilizado por constituir una boca más, cuerpo impregnado por desconocerse, cuerpo materno desde los diecinueve, cuerpo duro y casi insensible para sobrevivir con otros cuerpos no deformados en espacios donde mi cuerpo se suponía que usurpaba un espacio, transgredía normas de estudios universitarios inusuales para este tipo de cuerpo. (…)
El cuerpo viene en un sobre: la piel y todo en parte ha sido pre-determinado como cuerpo histórico. Mi cuerpo ha sido grande, ancho, duro, musculoso (…). Mi cuerpo ha sido mirado, mucho. Marcado sin herramientas, y sin embargo le han causado dolor. Los ojos rechazaban al sobre, lo tildaba porque no era lo que "tenía que ser" y le daba miedo enfrentarlo. Era una agresividad contra y para los ojos, una interpelación ofensiva que disminuía autoestima, valor y acrecentaba que ojos se concentraran en ciertas partes del sobre-cuerpo.(…)
He aprendido a admirar, mimar, amar mi sobre-cuerpo. Me estimulo, me acaricio, me palpo, me recorro, mantengo un inventario de los lunares viejos y cómo se han desplazado; me encantan mis músculos, mis venas, mis huesos, mis manos, mis pies grandes. He aprendido a amarlos, a amarlos, al fin...al fin aprendí a amarme,(…) aceptar la belleza de mi dermo-ser. (…) Gloria 45 años
La idea del cuerpo como un cuerpo destinado a la producción y a la reproducción, en ocasiones se vive como un “deber ser” o una necesidad en las mujeres irrenunciable, ser un cuerpo para los otros. Pasar a un cuerpo erótico, a un cuerpo placentero conlleva subvertir esta idea de dependencia y llegar a una conexión íntima con una misma a través del autoconocimiento.
“(…) cuando me enfrenté a mis verdaderos sentimientos y miedos, que realmente siento que no es problema mío sino de esta sociedad homofoba y patriarcal (…) y pude decir sin problemas que soy lesbiana, me redescubrí, me abrí me dejé llevar y me siento verdaderamente yo, mi cuerpo sintió un cambio; como si se expandiera. Ana 30 años
“Reconocer el poder de lo erótico en nuestras vidas puede darnos la energía para perseguir un cambio genuino en nuestro mundo, en lugar de un intercambio de personajes en el mismo drama agotador. Porque no sólo tocamos nuestra fuente creativa más profunda sino que hacemos lo que es femenino y autoafirmador de cara a la sociedad racista patriarcal y antierótica”.[1] Experiencias de mujeres que tenemos a nuestro alrededor, muy cerca, mujeres referentes, las cuales son y somos coautoras de nuestras vidas, unidas y movilizando nuestras ganas, inquietudes, fuerzas…nos permitirá utilizar nuestro Placer Sexual de manera empoderante y se abrirán nuevas posibilidades de creatividad, imaginación y libertad.
Carolina Checa Dumont. carolinachecadumont@gmail.com
[1] Lorde, Audre. “Usos de lo erótico: lo erótico como poder” en La hermana, la extranjera. Madrid. horas y Horas. 2003